El escritor H. W. McLaughlin cuenta que visito Irreal y conversó con un viejo pastor. Pensando en el Salmo 23, McLaughlin le preguntó al pastor cómo usaba él su cayado para consolar y guiara a las ovejas.
El anciano dijo que durante el día, siempre lleva el cayado atravesado sobre los hombros de manera que las ovejas puedan verlo. De alguna manera eso las tranquiliza y les asegura la presencia y protección del pastor. Luego le explicó que si les sorprende la oscuridad antes de que hayan podido llevar al rebaño a un lugar de descanso seguro para pasar la noche, o si quedasen atrapados en medio de la niebla y las ovejas no pudiesen ver el cayado, camina despacio al tiempo que golpea el suelo con el cayado. Aunque las ovejas no pueden ver el cayado, sí pueden oír los golpes, y por tanto siguen la dirección del sonido, concientes de que su pastor va delante de ellas.
NO NECESITAS SABER A DONDE VAS CUANDO SABES QUE QUIEN TE GUÍA ES DIOS
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