
A todo candidato se le exigían dos características:
1o. Amar a Dios.
2o. Amar a su prójimo.
En una aldea muy lejana, un joven leyó el anuncio real y reflexionó que él cumplía los requisitos, pues amaba a Dios y, así mismo, a sus vecinos. Una sola cosa le impedía ir, pues era tan pobre que no contaba con vestimentas dignas para presentarse ante el santo monarca. Carecía también de los fondos necesarios a fin de adquirir las provisiones necesarias para tan largo viaje hasta el castillo real.
Su pobreza no sería un impedimento para conocer a tan afamado rey. Trabajó día y noche, ahorró al máximo sus gastos y cuando tuvo una cantidad suficiente para el viaje, vendió sus escasas pertenencias, compró ropas finas, algunas joyas y emprendió el viaje, luego de haber enviado una misiva al rey solicitando una entrevista para dentro de una semana.

El joven quedó tan conmovido por las necesidades del mendigo, que de inmediato se deshizo de sus ropas nuevas y abrigadas y se puso los harapos del mendigo. Sin pensarlo dos veces le dio también parte de las provisiones que llevaba.
Cruzando los umbrales de la ciudad, una mujer con dos niños tan sucios como ella, le suplicó: -¡Mis niños tienen hambre y yo no tengo trabajo!
Sin pensarlo dos veces, nuestro amigo se sacó el anillo del dedo y la cadena de oro de cuello y junto con el resto de las provisiones se los entregó a la pobre mujer. Entonces, en forma titubeante, continuó su viaje al castillo vestido con harapos y carente de provisiones para regresar a su aldea.

El joven inclinó la mirada ante el monarca. Cuál no sería su sorpresa cuando alzó los ojos y se encontró con el rey. Atónito y con la boca abierta dijo: -¡Usted ... usted! ¡Usted es el mendigo que estaba a la vera del camino!
En ese instante entró una criada con dos niños trayéndole agua al cansado viajero, para que se lavara, y saciara su sed. Su sorpresa fue también mayúscula: -¡Ustedes también! ¡Ustedes estaban en la puerta de la ciudad!
-Sí -replicó el soberano con un guiño- yo era ese mendigo, y mi esposa y mis dos sobrinos también estuvieron allí.
-Pero ... pe ... pero ... ¡usted es el rey! ¿Por qué hizo eso? Tartamudeó tragando saliva, después de ganar un poco de confianza.
-Porque necesitaba descubrir si tus intenciones eran auténticas. ¡Tú serás mi heredero! -sentenció el rey- ¡Tú heredarás mi reino!
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesuscristo es ese rey que teniendolo todo se humillo hasta lo sumo para constituirte en principe de Dios... ¿Y tu que haras ?
1 comentarios:
HOLA.
DIOS te bendiga sienpre...
que gran mensaje me a dejado una gran reflexion que lindo es papito Dios que haya puesto personas tan especiales como tu para cautivar a su creacion con esas bellas palabras...
atm
Elizabeth
laura8805@hot
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