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lunes, 29 de marzo de 2010

DESTRUYENDO AL ENEMIGO

Se cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban:

Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos.

Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes. Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador:

¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos. Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado.

Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo:

Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.



Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?

Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.


Jonas 3:6-10







FUENTE:

Parameditar.com

sábado, 20 de marzo de 2010

LA IMPORTANCIA DEL PERDÓN

En un descuido, un elefante le pisó una patita a la hormiga con la que conversaba amigablemente.
- !Ay! - gritó la hormiga - !Ten cuidado donde pisas!
- !Oh! Lo siento. Perdóname - dijo el elefante.
- Con disculpas no se arreglan las cosas. Mira mi patita.
- Por favor, discúlpame. Fue sin querer - suplicó el elefante.
- !No! - gritó la hormiga - Eres un grandote torpe y no mereces mi amistad.

El elefante, fastidiado de pedir disculpas, dijo: "Bien, aquí termina nuestra amistad". Aplastó a la hormiga y siguió solo su camino.



Moraleja: Cuando una persona condena a otra y se niega a perdonarla, termina aplastada por el peso de su propio resentimiento.

Jesús dijo: "Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre" (Marcos 7:15).



Es cierto que pueden lastimarte, ofenderte o defraudarte, pero, si de tu corazón brotan el rencor, los deseos de venganza, los juicios de condenación, estos contaminarán tu alma. Matarán tu vida espiritual robándote la paz, la alegría y la comunión con el Señor.



Si acudes a la presencia de Dios, Él sanará tu corazón quebrantado. All tendrás que decidirte a perdonar y renunciar a todo juicio que levantaste. Ese perdón es el que te sana, te liberta y restaura la comunión gozosa con Dios.



No dejes que el resentimiento te aplaste. ! Acude a los brazos de Cristo!

FUENTE:

Parameditar

lunes, 15 de marzo de 2010

***GRACIAS SEÑOR POR EL PERRO.***

En una mina al norte de Perú un grupo de personas trabajaban arduamente para cubrir las necesidades de su familia, entre el grupo había un "cristiano" que siempre daba gracias a Dios antes de participar de su comida y era el objeto de burla de sus compañeros de trabajo. Cierto día llegó la hora del almuerzo y este buen cristiano saca de su bolsa un pan con jamonada y queso, era lo único que trajo para su comida, lo sostiene en sus manos, cierra los ojos y da gracias a Dios, mientras oraba un perro logra arrebatar su comida y corre a la salida, sus compañeros se comenzaron a reír a todo pulmón y decía:

- Dale gracias a Dios por el perro, dale gracias por el perro.

El buen cristiano no lo pensó dos veces y corrió tras el perro, la salida estaba a unos 100mts pero ni bien logra atravesar la salida, la mina se derrumba y el hombre extenuado y parapléjico logra decir:


Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesus. (1 Tels. 5:18)

- GRACIAS SEÑOR POR EL PERRO.







Fuente:

www.Parameditar.com

jueves, 4 de marzo de 2010

EL CENTAVO

Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. (Luc. 12:31)

Un niñito que jugaba un día con un jarrón muy valioso metió su mano dentro y no pudo sacarla. Su padre también trató lo mejor que pudo, pero en vano. Estaban pensando ya en romper el jarrón cuando el padre dijo:

-Ahora, hijo mío, tratemos una vez más. Abre tu mano y estira tus dedos como me ves, y entonces sácala.

Para su asombro, el chiquitín respondió:

-Oh no, papi. No podría estirar mis dedos así, porque si lo hiciera dejaría caer mi centavo.

Muchos de nosotros somos como el niño de la historia, nos aferramos al míero centavo que tenemos y no vemos más allá de la gracia de Dios que desea bendecirnos en forma sobre abundante.